Te necesitamos, humano.
Te necesitamos humano.
Antes de necesitar lo que aportas, el servicio que prestas desde el lugar que ocupas o el cargo que desempeñas, te necesitamos humano.
Hijo de tus padres, padre de tus hijos, hermano de tus hermanos, vecino de tus vecinos, paisano de tus paisanos. Si esto es así, si tienes esto claro, si esta es tu prioridad, entonces sabemos que harás lo mejor que puedas en todo momento y lugar.
Vivimos momentos críticos, con un panorama del que no tenemos registro de algo similar, un desafío que requiere de nosotros una respuesta diferente a lo que estamos acostumbrados. Nuestras vidas están cambiando de un día para otro y este cambio se extiende por toda la Tierra, país tras país, dejándonos a todos en la misma situación. Una situación nueva que viene a mostrarnos, más sutilmente o menos,
lo comunes que son nuestros problemas, lo comunes que lo eran ya antes, cuando no lo veíamos cegados por nuestras diferencias. Ahora vemos como los conflictos que veíamos en otros países, y que creíamos que nosotros no teníamos, simplemente estaban debajo de la alfombra. Ahora vemos las consecuencias de nuestra ceguera, de nuestra irresponsabilidad. Una irresponsabilidad que se refleja, por supuesto, en nuestros gobernantes, que no solo no parecen mirar por nuestro bien, si no que en muchos casos, toman decisiones contrarias a él.
La situación ha cambiado y esto requiere un cambio en nosotros. Requiere tomar las riendas,
hacerse cargo de la propia vida, cuidarnos a nosotros mismos, a nuestros hermanos de sangre y a nuestros hermanos humanos. Eso es lo prioritario.
Esta situación de cuarentena que se está estableciendo en todo el mundo, nos está obligando a tomar consciencia de asuntos que antes permanecían ocultos o no queríamos mirar. Se deja ver ahora lo "desamparados" que estamos, al darnos cuenta de que aquellos que considerábamos nuestros salvadores, o bien no tienen la capacidad de ayudarnos o bien, directamente, no están interesados en ello. Lo crudo de la situación, y que seguramente cuesta escuchar, es que no tienen por qué hacerlo. Nosotros les pusimos ahí donde están, les encumbramos, les colocamos por encima, les dimos nuestro poder, y ahora, por duro que suene, lo usan como les viene en gana. Era muy ingenuo creer que el gobierno nos mantenía a salvo. Ahora, el que más y el que menos, ve que tiene que buscarse la vida. Ya no sólo en su casa, en su intimidad, sino también en su trabajo, incluso en su trabajo público. Vemos como en muchos países el gobierno, por incapacidad o por decisión deliberada, no está cumpliendo con sus supuestas obligaciones y cada uno tiene que buscarse sus propios recursos, esos que esperaba que le fuesen proporcionados, esos que parecían garantizados.
Lejos de que esto nos invite a una revolución externa, que puede que también sea inevitable, nos invita a una
revolución interna. Nos invita, y nos aprieta, a resolver nosotros aquellos asuntos que nos afectan directamente, nos impulsa a dar lo mejor, por uno mismo y por los demás, ya que, sin que sea retórico, esta vez es de verdad, es cuestión de vida o muerte.
Nos necesitamos como humanos, humanos que a la vez desempeñan sus funciones, por supuesto, pero humanos en primer lugar,
humanos que se hacen responsables, humanos que se reconocen en el otro, que empatizan con su vecino, que ponen su corazón dentro y fuera del trabajo.
Cumplir con las obligaciones está muy bien, obedecer lo que el jefe estipula es en principio lo normal, pero estamos en momentos en que la normalidad está en entredicho. Estamos en momentos en los que la autoridad está siendo puesta en cuestión. No podemos seguir obedeciendo ciegamente directrices de otros, está bien organizarse, en grupos, en empresas, en equipos, en países, pero no podemos seguir dejando la responsabilidad en "los de arriba". En cada organización cada miembro es responsable, es responsable absoluto de la función que desempeña y de los actos que ejecuta. No podemos seguir matando (retóricamente o no) porque nos lo han ordenado, hemos de tener la suficiente visión y valentía como para negarnos a cumplir lo que traiciona el sentido común. Antes de ejecutar órdenes y protocolos tenemos que preguntarnos si esas indicaciones tienen sentido, si son coherentes y adecuadas a la situación, si realmente traen los beneficios que se teoriza que traen.
La responsabilidad es de todos y cada uno, y no hay más escapatoria.
Si morimos y continuamos muriendo es responsabilidad de todos y cada uno.
Si perdemos nuestros
derechos y libertades es porque no asumimos las responsabilidades que conllevan.
Ahí donde estés, te necesitamos.
Ahí donde estés, te necesitamos humano.
Dejemos de traicionarnos a nosotros mismos y a nuestros hermanos por cumplir normas.
Primero la humanidad, el amor, la empatía, el sentido común, y desde ahí valorar si las normas dictadas van en ese sentido o no. Cumplir normas por defecto, porque vienen de alguien con lo que se llama autoridad, es una irresponsabilidad que comete el individuo.
Humano, despierta, tú también existes, tú también decides. No dejes tu existencia en manos de otros, no dejes que tus decisiones las tome otro, porque las consecuencias las sufres tú, las sufrimos todos.
Humano, te necesitamos aquí, presente, con voz, con voto, dispuesto a dar lo mejor que tienes, tanto si eso coincide con el protocolo como si no. Y sí, sí, ya sé que esto último suena muy irresponsable, pero vamos a demostrar que no lo es, vamos a demostrar que podemos obedecer normas coherentes pero que también podemos desobedecer aquellas que insultan nuestra inteligencia. Y que tampoco vamos a ser irresponsables porque sea "guay" porque "a mí nadie me dice lo que tengo que hacer", Ser rebelde en ese sentido es casi todavía peor que ser "responsable" por obedecerlo todo. Peor para uno mismo en primer lugar, por supuesto, no estamos hablando de moral, sino de inteligencia práctica.
Hay una situación complicada que todos compartimos, a ver qué haces al respecto, por ti y por los demás. Escuchando indicaciones y sugerencias, por supuesto, pero aplicando la inteligencia para elegir si las aplicamos o no.
Nadie va a venir a salvarnos, la espera mata. La realidad ya lo está diciendo, y lo dice cada vez más fuerte. Como siempre, aprendemos por las buenas o por las malas. Te escribo esto para que, si estabas despistadillo, te espabiles y lo sufras menos.
Cuento contigo, contigo despierto, contigo contando. ;)