La vida es dualidad.


La separación es un constructo en la mente humana. Nada está realmente separado en el sentido que nosotros lo concebimos. La división es a la vez unión.

En la naturaleza no hay muros impenetrables, hay membranas. Aquello que separa es también aquello que une. No hay puertas cerradas, no hay hermetismo, todo está en intercambio con todo.

Esa es la respiración. Ese intercambio, esa puerta que se abre y se cierra, pero nunca por completo. Nunca se abre totalmente, nunca se cierra totalmente.

La puerta totalmente abierta es la muerte por dispersión, la desaparición de la célula, la disolución en el uno.

La puerta totalmente cerrada es la muerte por contracción, la asfixia, el aire viciado, la cuenta atrás. 

La vida es intercambio, es equilibrio, es dualidad. Ni uno ni otro, los dos. Danzando, jugando a matarse, pero cediendo en el momento crítico. El momento crítico es cuando todo se vuelca hacia uno de los polos, cuando el cierre es demasiado, cuando la apertura es muy amplia. 

Vivir es respirar. Inspirar, espirar. El aire retenido asfixia, el vacío de aire también. Vivir es el equilibrio, la fluidez, la dualidad viva que no permite elección. Cuando vas a elegir uno, ya cambió, ya es el otro. 

El humano, queriendo dividir las cosas, queriendo hacer compartimentos, queriendo separarse del otro, queriendo definir perfectamente los límites, sin fugas, es un humano desconectado. O mejor dicho, desacompasado. Porque separado no puede estar, no existiría. 

El humano que delimita es el humano desacompasado, porque trata de aferrarse a una forma fija, trata de conservar un fotograma, trata de encontrar solidez en la forma, trata de encontrar solidez en el río. El río nunca es el mismo, ni siquiera congelado es el mismo. 

El humano que pone su atención en formas fijas vive siempre por detrás del ritmo de la vida, tratando de capturar el momento que ya ha pasado, tratando de definir el futuro en base a una comprensión que ya está obsoleta. 

En el momento en que algo se comprende, está listo para ser soltado. El aire que se toma no es para ser retenido, es para ser liberado. Cuando la inspiración llega a su término comienza la espiración. Y en el punto entre ambas está el infinito, el hueco de la puerta que nunca se cierra y nunca de abre del todo. 

Todo está comprendido pero nada es totalmente comprensible.
Nunca se revela de todo el misterio.
Esa es la vida, una puerta que se abre entre dos muertes.



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