El miedo más grande que tenemos es el miedo al miedo, a ver y asumir nuestro propio miedo.
Por miedo al miedo buscamos su causa para no asumir que está aquí. Situamos la causa en el pasado, tengamos un hecho relacionado al que agarrarnos o no. Si no encontramos ninguna situación o persona a la que culpar, creemos que alguna habrá que no recordamos, en el "inconsciente". Tremendo...
La raíz del miedo no está en el pasado, está aquí, está tan aquí como yo lo estoy. Pero cuando tengo miedo del miedo, esto no lo puedo afrontar, porque no sé qué hacer con él y no quiero sentirlo.
Nuestras vidas son en realidad historias de evasión. Vivimos escapando de todo, creando el tiempo para alejarnos de nosotros mismos, de aquello que no queremos sentir.
Lo cierto es que todo está aquí. Todos los momentos están en este. La "causa" del miedo está aquí, y la "solución", por tanto, también. Reconocer esto acaba con todos los cuentos que dicen que "algún día lo superaré", o la magnífica trampa de "tengo que hacer algo para superarlo", lo que da lugar a todas las formas de terapia.
Todo está aquí. Las aparentes situaciones del pasado que utilizo como excusa o como causa para lo que hay ahora están aquí. Y los momentos futuros en los que lo solucionaré todo están aquí también.
Yo creo el tiempo a través de mi miedo, para creer que lo que está aquí en realidad no está, porque no lo soporto. Eso es el tiempo, un autoengaño, una división ficticia para separarme de aquello que temo, porque toda la realidad de golpe me parece demasiado.
Todo está aquí. Por eso "el que busca, encuentra", o más bien "el que quiere encontrar, encuentra", porque todo está aquí. La búsqueda es una maniobra para concederme una prórroga, para mantenerme en una burbuja lejos de aquello que rechazo. La búsqueda misma implica que no quiero encontrar, porque la búsqueda es mi truco para decir que "voy de camino" hacia donde ya estoy. Es una huida.
Todo está aquí. La búsqueda, los proyectos, la esperanza, el mirar al futuro son un NO, un AHORA NO, un TODAVÍA NO. Constantemente se nos está ofreciendo todo , y decimos NO.
Todo está aquí, y cuando creo que algo está en el pasado o en el futuro, cuando creo que algo no está aquí, así lo estoy determinando. Cuando digo "algún día seré feliz" o "fui tan feliz" estoy rechazando la felicidad ahora.
Todo está aquí, todo ocurre simultáneamente. La causa no puede estar en el pasado porque el tiempo no existe. Todos los instantes están en este instante.
Situamos como causa el punto más "antiguo", el primer suceso que recordamos, pero ese punto está situado sobre una línea imaginaria junto con otros puntos que parecen estar después.
El tiempo tal y como lo conocemos es como una línea, o más bien un segmento:
Situamos la causa al principio, en el primer punto del segmento, y el efecto al final, en el futuro. Y el presente, como punto intermedio, no es más que el efecto del pasado y la causa (a medias) del futuro.
Pero no hemos reparado en algo tan obvio como que ¡todos los puntos del segmento son simultáneos!
¿Cómo creemos entonces que existe un tiempo lineal, que además parece tan evidente? Lo hacemos a través de la división, separando el instante de si mismo, rechazando lo que hay y creando un instante virtual que lo sustituya. Descartamos el instante tal cual es en aras de un instante futuro que será mejor, que será diferente a este, que será como queremos. Ese juego, esa ilusión es el tiempo.
Todo está en el instante. Cuando no quiero ver una parte, estoy creando un segundo instante sin eso que rechazo y estableciendo una comparación. Creo que en algún momento habrá un instante real como ese que sueño, y eso me da una sensación de temporalidad, pero eso nunca será así porque:
Instante sólo hay uno. Los demás sólo los imagino al repetir constantemente el distanciamiento de lo único que hay.
Cada vez que rechazo el instante, lo duplico. Cada instante separado de los otros es un intento o un deseo de cambiar lo que hay. Por eso cada segundo es una nueva esperanza y una nueva decepción. Cada segundo es la repetición de mi propia rebeldía. Cada segundo nace y muere una posibilidad.
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