El cómo es un mero trámite cuando se asume plenamente la posibilidad del qué.
Preguntarse el cómo es una forma de hacerse trampa. Nunca sabrás el cómo antes de hacerlo. El cómo lo vas descubriendo, no se puede preparar, no se aprende.
Si asumes el qué, el cómo se da. Y ya no depende de ti. Sólo decides que eso se haga. Te abres o no te abres al cómo, a que el cómo te haga, a descubrir cómo se hace lo que no sabes hacer. Aprendes mientras lo haces, y te sorprendes, pero al terminar ya no sabes, ya no sabes cómo, ya no te vale para la próxima vez.
Eso es estar vivo.
No aprendas cómos de otros.
Vive, surfea el tuyo.
No busques resultados, no puedes diseñar algo único, aparece mientras navegas tu ignorancia.
Eres lo que eres cuando te entregas a saber que no sabes, cuando ves florecer entre tus manos algo que nunca habrías podido imaginar, que no sabes cómo, algo cuya autoría no posees, pero que has dejado llegar al mundo a través de ti.
No sabes lo que eres, no cabes en lo que sabes.
Ábrete a tu unicidad.
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