¿Alguna vez hemos empezado de cero realmente? ¿Nos ha servido de algo?
Todos hemos probado ese "empezar de cero" que es un reinicio, volver al principio, rebobinar, empezar de nuevo la misma historia, y todos nos hemos dado cuenta de que no funciona, por más que nos empeñemos en que "esta vez sí". No, amigos, esta vez no, esta vez tampoco, como todas. Basta de vivir en la ilusión, en el sueño, en el sí forzado que tapa un no evidente.
Empezar de cero de verdad es quedarse a vivir en cero. Empezar de cero no es volver a iniciar el trazo de una línea, empezar de cero es terminar en cero, diluir la línea en cero y asentarse ahí. Porque toda línea implica una continuidad, implica establecer el inicio en un punto en el que ya no estoy, implica llevar conmigo una tarta que está caducada, y ofrecérsela a los demás cubierta de chocolate, para hacer atractivo lo que hace mucho que dejó de serlo. Para ver si alguien se la come, para ver si alguien por fin me dice que está rica. No me doy cuenta de que cada minuto se pudre más, y de que cuando alguien por fin acepte probarla, lo único que podrá hacer es demostrarme que esa tarta es repugnante. No porque lo fuese en origen, sino porque en eso se ha convertido al llevármela conmigo, porque me he empeñado en guardar y ofrecer esa tarta, en lugar de cocinar una nueva para una nueva ocasión.
Me he empeñado en hacer pasar por fresco un pastel putrefacto, creyendo que los demás no se iban a dar cuenta, esperando que alguien por fin alabase mis dotes culinarias. No me doy cuenta de que yo misma me estoy arrebatando cualquier valor, yo misma estoy mostrando mi putrefacción... Y los demás, pobres, me dicen "mmm, que delicia", mientras tratan de disimilar las ganas de vomitar, por pena, por "no quitarme la ilusión"...
Yo me quito a mi misma la ilusión, y mi amor por ti será quitarte la tuya, porque tu pastel también sabe a rayos y centellas, y eso es lo que debo decirte, porque sé que eres genial y que puedes preparar algo maravilloso, ahora.
Es demasiado pobre quedarnos anclados al pasado, haciendo pasar por vivo lo muerto, matando este instante delicioso.
Pero ¿cómo empezamos de cero? ¿cómo solemos hacerlo? Cuando me doy cuenta de que mi pastel ya no vale, lo tiro y hago otro, y ese nuevo postre me lo llevo de nuevo conmigo, y es lo que ofrezco a todo el mundo durante meses, años quizás. Estoy haciendo exactamente lo mismo. Por eso al principio parece que funciona, cuando el postre conserva su frescura, pero empieza a oler mal de nuevo con el paso del tiempo.
Empezar de cero de verdad es terminar en cero también. Es saber que un pastel tiene una duración y que cuando ya no vale, si quiero pastel tengo que hacer otro, que no tiene que ser como el anterior, que puede ser nuevo, con los frescos ingredientes que me trae cada nuevo instante.
Un pastel para cada ocasión, esa puede ser una bonita imagen para ilustrar ese auténtico "empezar de cero".
Vivir cada instante como una totalidad, como un punto completo, no como un paso dentro de una línea. Cada paso se da al momento y no deja huella. Se crea a la vez que se destruye. Me fabrico el pastel y me lo como entero, ahora que está bueno. Mañana, si quiero, me fabrico otro. No espero que te guste, pero te lo ofrezco con todo mi amor, y si no lo quieres, y si yo tampoco lo quiero, lo tiramos, que no pasa nada, y mañana si quieres hacemos uno juntos, que nos guste por igual. No me empeño en que te guste mi pastel, y no te digo que me encanta ese tuyo que has preparado, porque puedo decirte que ese sabor no me gusta, y sin embargo aprecio el amor que le has puesto, porque decirte "no me gustan los arándanos" no es despreciarte a ti, es darte la oportunidad de que veas que mi negativa no es un juicio a tu mano como repostero.
No me obceco con que pruebes mi pastel o que lo alabes, ni me obligo a probar o alabar el tuyo cuando no me apetece, porque nuestro valor no reside en lo que hacemos y el amor no es sacrificio, no es dejar de lado tus gustos por simular unos como los míos. El amor no es hacer la vista gorda ante tus "defectos", sino hacerlos visibles también para ti. Porque puede que se te haya olvidado el azúcar, o que se te haya quedado crudo el bizcocho por dentro. Si no te lo digo no podrás tenerlo en cuenta la próxima vez, creerás que has hecho algo excelente repitiendo una mediocridad, y yo, que sé que eres excelente, estaré colaborando en ello, porque quién sabe quién un día me dijo que eso era el amor, que eso era el respeto.
Y yo ahora digo que no, que eso no es amor, que las costumbres pueden estar equivocadas, y que las normas y los valores fueron dictados por alguien que nadie sabe quien es, pero todo el mundo los acepta porque los aceptó su padre, y su abuela y su tatarabuelo, y por eso es lo que enseñan a su hija, a su nieto y a su tataranieta. Por que si, porque "así ha sido siempre", sin pararnos dos segundos para ver lo absurdo que es. Ya basta, yo sí me paro, porque lo que "ha sido así siempre" nos mantiene donde estamos, y donde estamos es nadando en basura, basura que creemos sagrada porque nos lo ha dicho "la abuelita". ¡Qué desprecio romper la tradición! Pues viva la herejía si es la que me lleva al amor, si es la que me lleva a poder reconocer que la tradición se está comiendo la belleza que en realidad somos.
El amor es ese cero en el que todos empezamos y acabamos, el resto es solo un camino que, cuando ya me lo conozco, no quiero volver a recorrer. Me quedo en cero. Soy amor. Y estás invitado a mi nueva casa, y a todos los pasteles frescos que me apetezca preparar, con la libertad de decir que no, y con la libertad de decir que no te gusta, porque ahora sé, o me atrevo a reconocer por fin, que el amor no depende de nada de eso.
Un punto no es una parte de una línea.
Una línea es un punto repetido.
En un punto está la totalidad.
Empezar de cero no es dibujar una nueva línea, es regresar al cero y vivir en él. No es empezar de nuevo la misma historia, es dejar de inventarse historias, y quedarse con lo que es. No es empezar otra historia, es cambiar la dinámica de crear historias y vivir la realidad a tiempo real.
Empezar y terminar en cero constantemente. El cero no como un hito o una heroicidad que ha cambiado mi vida en el pasado, sino como el punto que la transforma a cada instante.