Salir del sufrimiento, salir de mí

                                       


Todo mi sufrimiento procede de la comparación entre mis conceptos y la realidad. Por lo tanto, la salida del sufrimiento pasa necesariamente por la salida de mis conceptos. Pero salir de mis conceptos no es algo que pueda llevar a cabo en el tiempo; no es una meta a conseguir, no es un objetivo, no es un punto en una línea después del cual se acabará el sufrimiento, no es un hito que marca un antes y un después. Salir de mis conceptos es simplemente sentarme y reconocer que ya estoy fuera, como quien despierta de un sueño, como quien saca la cabeza del agua. Salir de mis conceptos es darme cuenta de que la realidad que vivo no es "la realidad", que es sólo una opción, que la realidad que veo no es así como la veo, sino que yo me la creo (de creer y de crear) así como la veo.

Salir del sufrimiento implica reconocer que no puedo salir, porque ya estoy fuera. Implica reconocer que soy responsable de mi experiencia, que no soy víctima de nada ni de nadie, que eso que vivo podría no ser así si yo me abriese a que fuese de otra manera, que no hay ningún "la vida es así", salvo como excusa, como camuflaje para la elección constante de ese mismo escenario, de esa misma misma circunstancia que digo no soportar más. Implica reconocer que estoy eligiendo eso que vivo, que sí que puedo "hacer" algo, que no hay ninguna condición impuesta salvo las que me impongo yo misma.

Salir del sufrimiento implica abandonar mi personaje, perfectamente intrincado con todas sus circunstancias. Implica asumir que yo no soy eso, y que no puedo quejarme a nadie por haber elegido vivir una experiencia que no se corresponde con lo que soy, por haberme creado una obra de teatro y haber elegido una tragedia.

Salir del sufrimiento implica dejar que se rompa lo que siempre protegí, dejar que se caiga lo que siempre estuve sosteniendo, dejar que se asome lo que siempre estuve escondiendo. Dejar caer los velos, asomarme a mirar la vida por primera vez sin taparme los ojos ante el primer "horror" que señalen mis viejas alarmas. Atreverme a asumir que toda mi vida y por supuesto, todo mi sufrimiento, han sido el resultado de mi propia mentira, de mi propio autoengaño, de mi propia cobardía para defender a ese personaje por el que me había intentado hacer pasar.

Salir del sufrimiento es salir de mí. Reconocerme por fin, mirarme y reconocer que sufro porque me da la gana, y que ahora mismo puedo dejar de hacerlo. Sin terapias, sin procesos, sin sanaciones... Ahora mismo puedo elegir dejar de sufrir, porque ahora mismo es el momento en el estoy eligiendo continuar sufriendo.

"No es fácil", "pero...", "es que..."

Sí... ya... ¿Lo ves?