Tú eres la paz

Deja que las dudas ardan dentro de ti, deja que te atraviesen, que pataleen. Deja que ocurra la búsqueda, la distracción, la necesidad, la desesperación, y tú permanece aquí, contigo. No te dejes llevar por nada. Tú eres inamovible, no te subas a los carros que te llevan lejos de ti y te desgarran. Deja de creer en esas cosas, deja de creer a esas voces que hablan de amenaza, de riesgo, de miedo. Deja de darle importancia a lo que no la tiene. Nunca puede ocurrirte nada, nunca puedes ser tocado por nada.

Deja que muera todo lo que tiene miedo a morir, deja que se aburra todo lo que se aburre, deja que sea arrasado lo que tiene miedo a arder. Deja que todo arda, deja que suenen las alarmas y no te muevas a salvar nada. Deja que todo se consuma. No tienes nada que perder. Todas esas voces que se quejan no son tuyas, déjalas arder para que regresen a la paz. Todo lo que grita dentro de ti alcanzará la paz cuando se diluya en la paz que eres, y nunca a través de una resolución que adoptes movido por esa inquietud. El dolor, la duda, la desesperación, no tienen más solución que descansar en ti, como el niño pequeño que se relaja tras una pesadilla al dejarse caer en el pecho de quien le ama.

No se puede alcanzar la paz subiéndose a un movimiento. ¿Cómo puedes detener algo si tú te estás moviendo? Sólo la paz trae todo a la paz.

Si quieres paz no la busques, permanece en ella. Sé esa paz que acoge las guerras, abrazando la resistencia, el miedo, el impulso de huir.

Tú eres la paz que buscas. Permanece ahí.